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RAFA BENÍTEZ RECUPERA LA ILUSIÓN TRATANDO DE GRITAR ‘EUREKA’ EN NEWCASTLE

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A más de un aficionado al fútbol en este país nuestro se le pusieron las órbitas como platillos volantes al enterarse que las primeras palabras que salieron de la boca de Rafa Benítez, tras el anuncio oficial por parte del Newcastle de su contratación, fueron que volvía “a casa”. Evidentemente, no se trataba de una referencia literal a la ventosa ciudad del norte de Inglaterra, sino a la Premier League, una competición que el preparador madrileño considera su hábitat natural desde su larga y prolífica etapa al frente del Liverpool. Su lugar en el mundo, que diría el gran cineasta argentino Adolfo Aristarain, donde además reside junto a su familia desde entonces, imbuidos todos ellos hasta el tuétano por el estilo de vida british.

Esa pasión latente por el fútbol inglés y la permanente punzada que sentía en el corazón tras su efímero y decepcionante paso por el Real Madrid fueron los dos argumentos de peso que le animaron a desafiar a la lógica, que invitaba a estarse quietecito en su mansión a la vera del río Dee aguardando con tranquilidad a que llegara la oferta idónea para empezar un proyecto de cero a partir del próximo verano, y aceptar el enorme desafío de sacar del pozo a un histórico del balompié sajón venido a menos con todas las alarmas encendidas y un deadline a la vuelta de la esquina. Diez partidos (ahora ya ocho) para meterse en la piel de Arquímedes y encontrar el particular ‘eureka’ blanquinegro que le permita esquivar el fantasma real del descenso.

El par de entrenamientos previos a su rentrée en el torneo más poderoso del mundo frente al Leicester bastaron a Rafa para hacerse una idea bastante aproximada del avispero en el que se ha metido de cabeza: la enfermería hasta los topes (incluido Krul, su portero titular); jugadores desmotivados; con el ánimo por los suelos; en un estado físico deficiente; poco trabajados en materia táctica… Un diagnóstico que invitaría a cualquiera a salir corriendo de St. James’ Park. Pero no a un Rafa Benítez que se ha metido en la sala de máquinas del coliseo de Barrack road plenamente convencido de poder llevar a buen puerto la complicada misión que le ha encomendado el propietario de los magpies, Mike Ashley.

La fe mueve montañas y Benítez sabe mucho de eso (que se lo pregunten a Ancelotti y su Milan felices de la vida con aquel 3-0 en el descanso en la final de la Champions de Estambul). Tal vez por eso y por haber vuelto al ruedo justo donde más cómodo, comprendido y respetado se siente, la última víctima de Florentino Pérez en la trituradora de Concha Espina irradia positivismo por los cuatro costados y está tratando desde el primer minuto de inculcar a sus nuevos discípulos la filosofía del ‘vaso medio lleno’ para encarar los próximos duelos, el primero de ellos ante Norwich City, a la sazón un rival directo en esa pelea por sobrevivir a la zozobra liguera. Dicen quienes le conocen bien que esta nueva aventura en el Reino Unido ha logrado que su mirada destile una ilusión que no se le apreciaba en el rostro al entrenador castizo desde que abandonara Melwood.

No deja de ser curioso que Benítez haya encontrado nada más aterrizar en el hogar de la Toon Army la complicidad y el cariño que nunca llegó a tener durante su breve reinado en el club donde echó los colmillos. Empezando por la dirigencia, siguiendo por los analistas del equipo en los medios locales y acabando por una afición que aún se frota los ojos porque no termina de creerse que este Rafa que se sentó el pasado lunes por vez primera en el banquillo blanquinegro sea el mismo que devolvió al Liverpool sus días de gloria hace justo una década.

Ese flechazo con su nueva hinchada ya se tradujo, durante su debut frente al líder de la Premier en el King Power stadium de Leicester, en un verdadero homenaje a su figura rescatando del cancionero Red alguno de los temas que le dedicaron en The Kop durante su largo periplo como inquilino del banquillo de Anfield, caso de la popular ‘Spanish Bamba’.

Los varios cientos de valientes que se hicieron casi cuatro horas en coche para alentar a Benítez en su bautismo de fuego con las ‘urracas’ le dispensaron una sentida ovación nada más ingresar al terreno de juego que caló hondo en el ánimo de un técnico tremendamente apreciado en las islas Británicas, donde no pueden comprender la falta de paciencia madridista con un tipo honesto, dedicado en cuerpo y alma a su oficio, y que ha sido capaz de lograr títulos allá donde ha trabajado desde que explotara en su etapa al mando del Valencia.

Lo mismo sucedió este último domingo en Saint James’ Park, en la que fue su puesta de largo en casa para recibir ni más ni menos que al Sunderland en un derbi regional también con la permanencia en el horizonte. Acabó en tablas, que el Newcastle logró sobre la bocina, pero eso no impidió que su hinchada agradeciera a Benítez, cuando menos, que su equipo no cayera por séptima vez consecutiva ante los odiados Black Cats.

Fiel a su estajanovista manera de entender su profesión, y en este caso azuzado además por la premura de tiempo, el nuevo ‘boss’ del Newcastle, junto a sus fieles Paco de Miguel y Fabio Peccia (el entrenador de porteros, Xabi Valero, no le ha acompañado en esta ocasión), ha hecho un máster intensivo de las instalaciones del club  a lo largo de esta semana para tratar de sacarles el máximo rendimiento durante las sesiones de trabajo con sus futbolistas.

Darsley Park, el viejo training ground de las ‘urracas’, dista mucho del nivel que ofrecen Melwood (Liverpool), Cobham (Chelsea) o la Ciudad Deportiva de Valdebebas, pero el técnico español no cree que sea un impedimento para llevar adelante sus planes de poner en órbita a una escuadra que necesita empezar a puntuar como el comer. Qué duda cabe que un triunfo sobre el Sunderland habría sido el mejor modo de iniciar la reconquista. Pero el empate y el modo en que se consiguió, piensa Benítez, puede ser igualmente la primera piedra de un proyecto que el entrenador madrileño anhela sea mucho más extenso de estos dos meses y medio que restan para la conclusión del presente ejercicio. Aunque su casa de verdad quede a tres horas y media en coche. Nada es perfecto en esta vida.

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