Juan Agudelo (21), Brek Shea (24) y Teal Bunbury (24) eran la cabeza de puente de la mejor generación de talentos Made in USA (la de 2010) nacida bajo los auspicios de Adidas, patrocinador de la MLS y mecenas de un proyecto formativo que lleva ya casi una década alimentando de JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados) a la liga de fútbol profesional yanqui.
El otrora seleccionador americano, Bob Bradley, los hizo incluso debutar con la absoluta en los dos últimos amistosos del once de las Barras y Estrellas en ese mismo año, frente a Colombia y Sudáfrica. Pero algo se torció en la carrera hacia el estrellato de este trío de oro que cautivó a los ojeadores de Real Madrid y Atlético durante su gira por tierras españolas con un combinado de promesas del incipiente balompié estadounidense, a fines de 2010.
La alta exigencia del fútbol en la vieja Europa, algún que otro problema burocrático y un carrusel de inoportunas y graves lesiones han llenado de minas su camino, que no ha abandonado la curva descendente en los dos últimos años, sobre todo en los casos de Agudelo y Shea.
El ejemplo más crítico, con mucho, es el del exquisito centro delantero de origen colombiano. Agudelo, de hecho, lleva cinco meses vagando por el Viejo Continente en busca de equipo tras su frustrado fichaje por el Stoke City y su tímido paso, durante el primer semestre de 2014, por la Eredivisie neerlandesa defendiendo los colores del FC Utrecht.
El último episodio fallido del internacional estadounidense por dar esquinado a las filas del paro se produjo la pasada semana tras la negativa del Wolverhampton a contratarle después de entrenarse un par de semanas con el club inglés.
Kenny Jackett, técnico del conjunto que milita en la segunda categoría (Championship) del fútbol sajón, desestimó el fichaje del ex atacante de New York Red Bulls, Chivas USA y New England Revolution al considerar que su condición física actual no es la idónea para competir al máximo nivel.
La negativa del cuadro naranja a dar pista a Agudelo ha sido el enésimo revés de uno de los futbolistas con más proyección del fútbol yanqui. El atacante de 21 años, que a principios de julio estuvo entrenándose con el Orlando City, rechazó a lo largo del mes de agosto recalar en la Bundesliga, de donde le llegaron tres ofertas (Mainz, Hannover 96 y Munich 1860), a causa de su empeño por jugar sólo en Inglaterra.
Cabe recordar que el chaval nacido en Manizales rescindió al inicio del verano su compromiso con el Stoke City tras fallar por segunda vez la tentativa de conseguir el permiso de trabajo que le permitiera participar en la Premier League (le exigían haber jugado el 75% de los partidos internacionales con su selección en los dos últimos años), una normativa que no es tan estricta para jugar en la Championship.
FRACASO EN EL CÉSPED, ÉXITO CON LOS LIENZOS
La Diosa fortuna no ha querido saber nada de Brek Shea desde su aterrizaje en Inglaterra, a principios de 2013. El brillante interior zurdo tejano, fichado por el Stoke City a cambio de 2’5 millones de euros, ha ido de mal en peor desde su puesta en escena en la Premier League a las órdenes de Tony Pulis.
Una operación abdominal en la pierna izquierda, a fines de verano de 2012, y una lesión de rodilla, no le han permitido despegar al 100% y mostrar en las Islas Británicas todo el potencial que le convirtió en el Rookie del Año de la MLS en 2010.
Poco o nada se ha vuelto a saber en los dos últimos ejercicios de esa jerarquía y exquisito manejo del balón que exhibió por el costado izquierdo del FC Dallas durante su fructífera etapa emelesera. Más bien al contrario: la falta de minutos con los Trotters le llevó a aceptar a principios de este año una cesión en el Barnsley (Championship), del que fue despedido en marzo pasado por hacer un gesto obsceno y encararse con sus propios hinchas tras encajar una manita ante el Huddersfield Town.
De vuelta al Britannia Stadium, la falta de oportunidades con Mark Hughes en el banquillo le obligó a buscar minutos en otro Segunda, el Birmingham City, en el que jugará de momento hasta diciembre. Lo que pase con Shea a partir de enero de 2015 es, a día de hoy, una incógnita.
Lejos de desanimarse por los continuos reveses de su experiencia vital en la tierra de sus antepasados, Brek se ha refugiado en su otra gran pasión, la pintura, para redimir sus penas, buscar el equilibrio y tratar de enfocar correctamente sus cualidades futbolísticas en el que posiblemente sea el balompié más complejo del planeta.
«Suelo pintar dos o tres veces por semana. Si miras detenidamente mis cuadros, te das cuenta de que la mayoría son atrevidos, con mucho brillo. Imprevisibles. Muy al estilo de cómo juego yo, así que se podría establecer una comparación. Cuando entro en la cancha, nunca sé lo que voy a hacer. Salgo y las cosas suceden. Mi pintura se mueve por los mismos derroteros. Nunca sé de antemano lo que voy a pintar. Supongo que es así porque soy un espíritu libre», asegura este internacional en 23 ocasiones con los Eatados Unidos, país cuya camiseta no se ha vuelto a poner desde que en julio del pasado año un gol suyo diera la Copa de Oro a los discípulos de Jürgen Klinsmann ante Panamá, en Chicago.
Pero mientras recupera la senda de la gloria, el rubio de College Station, modelo de ropa vaquera y fanático confeso de La Liga, hace terapia a golpe de pincel. «El fútbol puede ser un juego muy estresante cuando las cosas no te están saliendo bien, por eso pintar es algo que me ayuda a mantener la cabeza despejada y a estar tranquilo».
EL WEAH CANADIENSE
Teal Bunbury es el único miembro de este funesto triunvirato que no salió disparado de la MLS rumbo a Europa a las primeras de cambio, aunque curiosamente realizara un trial (prueba) con el Stoke, club por el que han pasado sus dos amigos, pero que no llegó a buen puerto.
Nacido en Canadá, este rocoso delantero de 24 primaveras, poseedor de un lomo que recuerda al instante al gran George Weah, ha sido pasto de los problemas físicos más variopintos desde que Peter Vermes le hiciera debutar con el primer equipo del Sporting Kansas City, allá por marzo de 2010.
De hecho, los dos últimos años de Bunbury han sido un verdadero calvario provocado primordialmente por la rotura de los ligamentos cruzados de una de sus rodillas, que le obligó a pasarse buena parte del 2013 en blanco.
A su vuelta, apenas sí contó con minutos para rodarse y recuperar viejas sensaciones. Su larga ausencia le dejó sin hueco en el actual campeón, motivo por el cual el Sporting KC optó por traspasarle en febrero de este año al New England Revolution a cambio de su plaza en la primera ronda del SuperDraft de 2015, más una cantidad económica.
A diferencia de sus dos ex compinches, Bunbury ha empezado a ver la luz en 2014 en la colonial Boston. Jay Heaps, el preparador de los Revs, le dio la oportunidad de redimirse entregándole la 10 y haciéndole jugar de media punta por la derecha. El de Hamilton suma ya 31 partidos de Liga, su cifra más alta desde que es profesional en una sola campaña, habiendo firmado 4 dianas y repartido 6 asistencias.
Empero, la desgracia se ha vuelto a cebar en un Bunbury que cayó de nuevo lesionado el pasado 1 de octubre ante los Montreal Impact (fuertes dolores en el tendón de la corva de la pierna izquierda), dejando su concurso en los inminentes playoffs por el título en suspense.