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LA PREMIER ES LA NBA DEL FÚTBOL MUNDIAL

liverpool londres 2 08 056 La Barclays Premier League y el campeonato español llevan ya unos cuantos años disputándose el título de mejor liga del mundo. Cierto es que la presencia por tierras hispanas de los Messi, Cristiano, Iniesta, Luis Suárez, Bale, James o Neymar ha dotado a nuestra competición de un pedigrí a nivel individual ciertamente difícil de igualar para cualquier contrincante que se precie, se llame Premier, Bundesliga o Serie A.

A cambio, el torneo inglés, que tantos futbolistas de calidad ha birlado en las dos últimas campañas a la Liga por mor de su ingente poderío económico, es más parejo en lo que al nivel de las plantillas se refiere y ha vuelto a presentar, en su parrilla de salida, un cuadro de aspirantes al título bastante más granado que el español.

Los dos Manchester (United y City), Chelsea, Arsenal, Liverpool e incluso el Tottenham de Pochettino tienen potencial suficiente para pelear por la corona que actualmente detentan los de Pellegrini, mientras que en la Liga apenas Real Madrid, Barcelona y Atlético se reparten todas las papeletas. Y gracias porque de no ser por Simeone y su partido a partido es más que probable que la cosa siguiera siendo un tuya-mía entre merengues y culés.

Ahora bien, en el momento en que plantas bandera en un estadio inglés para asistir a un choque de la Premier te percatas de inmediato del sustancial peso que tiene toda la parafernalia que los clubes británicos han orquestado, de manera brillante, en torno a la pelota y sus 22 protagonistas. Ahí se diluye cualquier discusión sobre quién recae la hegemonía mundial y la Liga, mal que nos pese, pierde por goleada.

A imagen y semejanza de la NBA, el envoltorio otorga en las Islas un valor añadido al juego en sí que lo acaba elevando a la categoría de espectáculo de masas con letras mayúsculas. La mayor o menor calidad del duelo en cuestión no condiciona en absoluto el concepto festivo que los gestores del balompié sajón han dado a su competición.

Un universo interminable de actividades tientan a los aficionados en cuanto atraviesan los tornos de acceso al coliseo de su equipo o del rival de turno. La creatividad de los departamentos de marketing y hospitality de los clubes ingleses cubre, además, todas las edades, asegurando el entretenimiento de mayores y pequeños durante sus horas de visita al estadio.

En el espectacular Emirates, feudo del Arsenal, los chavales disponen de una sala de vídeo-juegos de última generación para emular a sus ídolos de carne y hueso mientras estos calientan sobre el césped, o a la conclusión del choque.

Mientras, sus padres pueden acercarse al local que tiene la casa de apuestas Ladbrokes en las tripas del estadio para jugarse unas libras a que el primer gol de los Gunners lo anotará Giroud, Arteta u Ozil. Si dan en el clavo, se marcharán a casa con superávit, ya que los premios pueden cobrarse allí mismo según acaba el encuentro.

imageSi el partido es a última hora de la tarde o de noche, algunos clubes, caso del Tottenham, ofertan una cena en un palco privado en compañía de Ledley King, uno de los mejores zagueros de la historia de los Spurs. Obligado a colgar las botas de forma prematura hace tres años por culpa de una lesión crónica en sus rodillas, en la actualidad ejerce como embajador del Tottenham, donde militó toda su carrera. La lista de espera para disfrutar de esta actividad junto a uno de sus máximos ídolos ya va por el 2018.

El cuarto de hora de tregua que ofrecen los descansos permite a los organizadores de eventos montar diferentes juegos sobre el césped, con el balón como actor principal. Valga como ejemplo el que estrenó el Manchester City el pasado domingo frente al Chelsea: dos aficionados elegidos al azar deben girar sobre sí mismos durante un par de minutos agarrados a un poste hinchable, tras lo cual deben rematar desde el borde del área a portería. Si marcan, a pesar del mareo que llevan encima, reciben un premio.

A todo esto, las tiendas con productos de merchandising y los puestos de venta de bebida y comida rápida, hábilmente distribuidos por todo el perímetro del recinto, facturan a un ritmo frenético y contribuyen a combatir los minutos de la basura, que siempre los hay.

NUNCA OLVIDAN A SUS MITOS Y LEYENDAS

Si hay algo que el fútbol inglés siempre tiene presente es su historia. Los clubes fomentan el respeto a la tradición y a sus grandes ídolos del pasado. No quieren que sus hinchas olviden de dónde vienen ni por quién han llegado a ser lo que son en la actualidad y se lo recuerdan a la más mínima oportunidad, con estatuas como la de Matt Busby a las puertas de Old Trafford, la de Bill Shankly en Anfield (con el lema Nos hizo feliz), la de Marc-Vivien Foé en el Etihad del Manchester City o las de Tony Adams y Dennis Bergkamp en el Emirates del Arsenal.

Dichos homenajes tienen también forma activa con la presencia de esos ídolos inolvidables en mitad de los partidos para que reciban el cariño y el tributo de sus seguidores. En ocasiones, como aconteció en el Etihad con motivo del City-Chelsea, ese reconocimiento se produce aún cuando el héroe, en este caso Frank Lampard, les mete el dedo en el ojo anotándole un tanto a su equipo del alma con la camiseta del enemigo casi sobre la hora que impidió, en este caso a los Blues, llevarse a Londres los tres puntos. Lejos de increparle o silbarle, le despidieron con una ovación cerrada en recuerdo de todas esas tardes de gloria que les regaló durante 13 temporadas.

La estabilidad de los horarios, definidos con tiempo de antelación, también aporta su granito de arena para lograr que los estadios se llenen hasta la bandera. La Premier ha sido capaz de satisfacer las exigencias de las televisiones sin menoscabar los intereses de los hinchas, que siguen disfrutando de su hobbie favorito en el mismo momento del día que hace medio siglo. La congestión del calendario, con partidos prácticamente a diario al mezclarse liga, copa y copa de la liga, no es óbice para que se cuelgue el cartel de sold out (todo vendido) día si, día también.

Empero, esa racional adaptación a los tiempos que corren y sus necesidades no han mermado un ápice el sabor familiar que siempre rodeó al fútbol más antiguo del planeta. La tradición obliga a cada seguidor a invertir 3 libras nada más pisar los arrabales del estadio en el programa del partido, una revista informativa de gran calidad con casi un siglo de historia.

FOTOS: DAVID RUIZ

FOTOS: DAVID RUIZ

El pub es el inevitable córner donde los supporters echan el cierre a la fiesta con el tercer tiempo. Las pintas corren por la barra con fruición en salas decoradas con camisetas históricas y trofeos varios. El primer análisis de lo que acaba de suceder sobre el césped justifica esa quedada final en un lugar donde, como reza la leyenda del mítico Cheers bostoniano, «everybody knows your name» (todos saben tu nombre).

Y es que la Premier League sigue siendo, pese al dineral que maneja y su proyección comercial a nivel planetario, una competición que desprende un aroma a familia bien avenida.

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