“El Madrid ha hecho historia. Lo digo claramente. Hemos logrado lo que nadie ha conseguido. Es un día histórico para todos los madridistas, para todos los jugadores y para mí”. A Zidane lo que es de Zidane. La contundente victoria del Real Madrid sobre la Juventus en Cardiff no sólo sirvió para que los blancos tumbaran al fin esa suerte de maldición que impedía a una escuadra repetir corona continental desde que la Champions es Champions. La duodécima Copa de Europa merengue, que aterrizará en los próximos días en la sala de trofeos del Santiago Bernabéu, ha elevado al técnico merengue directamente hasta los altares de la máxima competición continental y, por ende, mejor torneo del balompié mundial a nivel de clubes.
La clarividencia e inmejorable tino con los que el francés ha guiado los pasos del flamante bicampeón europeo en la campaña que bajó el telón en el Millennium stadium multiplican su valor de manera exponencial si se tiene en cuenta que el Real Madrid estaba a punto de sumar seis décadas sin proclamarse rey de España y del Viejo Continente en el mismo año. Dar valor al ‘equipo B’ en los momentos precisos, dosificar a un CR7 que hasta ahora quería jugarlo todo y llegaba muerto a las instancias decisivas o apostar por Isco de inicio en lugar de Bale en ’su’ final soñada son ejemplos significativos que avalan el sobresaliente que el galo ha obtenido en el balance global de su gestión en su primer ejercicio completo al frente de la nave blanca.
Pero la mayor hazaña del actual dueño del banquillo del coliseo de Concha Espina no ha sido ni siquiera igualar el registro del argentino Luis Carniglia, el hombre que condujo a Di Stéfano, Puskas y compañía a obtener en 1958 su tercera corona europea consecutiva en Bruselas a costa del Milan (3-2) apenas un mes después de adjudicarse el campeonato doméstico. Zidane comparte desde la noche del último sábado con el propio Carniglia, el rumano Stefan Kovacs y el alemán Dettmar Cramer el honor de ser uno de los cuatro estrategas en la longeva historia de la Copa de Europa que sumaron a su palmarés un par de ‘Orejonas’ en sus dos primeros ejercicios sobre el puente de mando merengue, del Ajax y del Bayern Munich, respectivamente.
Dispuesto a contradecir a todos aquellos que desconfiaban de la falta de experiencia y capacidad del francés para coger las riendas de un morlaco de la enjundia del Madrid tras una campaña y media de resultados mediocres con el filial blanco, Zizou se ha dado más prisa que nadie por meter en sus alforjas dos ejemplares del diamante con más quilates en el mundo del balompié a nivel de clubes. Un año y cinco meses ha sido el escaso margen de tiempo que ha precisado el de La Castellane para embaucar hasta al más acérrimo de sus detractores con la consecución de un ‘doblete’ continental con sabor histórico.
Han sido 516 días de un master de aprendizaje y crecimiento permanente al frente del vestuario más valioso del planeta fútbol en los que, además de conquistar la undécima y duodécima, ha recuperado el trono liguero para los blancos tras un quinquenio de sequía, añadiendo por si eso fuera poco sendas muescas a la Supercopa de Europa y al Mundial de clubes. Sólo la Copa del Rey se le ha mostrado esquiva desde su toma de posesión, el 4 de enero de 2016. Un balance, en suma, al alcance de muy pocos. De nadie si atendemos al hecho de que el galo venía directamente de dirigir a un conjunto, el Castilla, en una categoría semi profesional, como es la Segunda B.
El único entrenador que, viviendo una situación similar a la del ex internacional francés, fue capaz de firmar la misma gesta que Zizou fue el mencionado Cramer. El preparador germano se hizo cargo del Bayern un 16 de enero de 1975 en sustitución de Udo Lattek, que venía de ganar para los bávaros su primera Copa de Europa. Cramer, que renunció a dirigir a la selección de Estados Unidos por capitanear desde el banquillo a Beckenbauer, Uli Hoeness, Müller y compañía, invirtió también cerca de 500 días en sacar de la crisis al club más laureado de Alemania para añadir a su palmarés su segundo y tercer entorchados de manera consecutiva tras superar al Leeds United (2-0) y a un Saint Etienne (1-0) liderado por un jovencísimo Michel Platini.
Alabado de forma unánime tanto desde dentro de un vestuario complejo donde los haya, como desde la zona noble del Bernabéu, el entrenador marsellés ha sido, por último, capaz en tan estrecho margen de tiempo de provocar un cambio de guardia en toda regla en lo que respecta al liderazgo futbolístico dentro del balompié continental. Sus dos Champions al hilo y el título liguero sellado dos semanas atrás han acabado de manera definitiva con el largo ciclo triunfal del Barcelona como gran dominador del fútbol europeo en la última década.
La era dorada del conjunto azulgrana, marcada a sangre y fuego por aquel 2009 irrepetible con los seis títulos conquistados por el ‘dream team’ de Guardiola, tocó oficialmente a su fin el pasado fin de semana en las Islas Británicas, justo donde comenzó el idilio del propio Zizou con la ‘Orejona’ quince años atrás. La espectacular volea que partiera de su diestra para fulminar al Bayer Leverkusen sobre la impoluta hierba de Hampden Park y otorgar la ‘Novena’ al Madrid fue, sin él saberlo, la primera página de un hermoso cuento en el que cada episodio (y ya van cuatro) concluyó con su equipo comiendo perdices.